Personalmente esta edición 38 de Caminos resulta muy significativa para mí, si bien es la segunda vez que me agarra la locura de chapar la mochila y meterme a seguir Caminos, pues lo significativo pasa por que esta fue la primera vez como peruacelera, la primera vez como medio de comunicación, la primera acompañado, la primera con (algo de) presupuesto. La primera, con la responsabilidad de tener a algunos miles de seguidores (ganados a punta de punche) con los ojos sobre lo que hacemos. Que más se puede pedir para un primer año. Pero para que no parezca un CDI edición filosófica, pasemos ya a contarles lo que vivieron este par de locos para poner Caminos en esta tu página.

Vamos o no vamos Eduardo?
Jueves 11 de septiembre y faltando poco para empezar el Super Prime nos cancelaron algunos acuerdos previos. Resultado; sin movilidad, dinero de menos, y a morderse las uñas, seguir los Caminos peligraba. Viernes y la duda crecía conforme se acercaba la noche. Un par de telefonazos y a decidir; “A darle hasta donde lleguemos” = “Ya pues”. Así que a que normalmente llevaría una mochila para estos viajecitos le sumamos; agua, atunes, panes, snacks, y lo que encontramos. Caminos empezaba.

Diez horas para que largue Caminos subíamos en bus a Huancayo. Sábado muy temprano; combi + auto + caminata = algunos kilómetros adentro de Chupaca. Muy pero muy tempranamente la punta de mi taba derecha se destapaba, así que sin más arrancaba la planta entera para seguir como dicen; “en aro”. El día pasaría sin más novedad, y a publicar. Domingo de talleres, y de coordinar nuestros cupos. ¿Cooomo?¿Que la camioneta se malogró?¿Que el teléfono esta mal apuntado? ¿Qué los dos nos quedamos sin cupos?. Caballero, a pasar la noche en Huancayo. Taxi de 6am y con mochilas al hombro (mismos andinistas) llagábamos a Pucará con la esperanza de trepar al algún vehículo con sitio. Metidos en los cerros cerrabamos una buena cobertura, pero nos quedábamos en el camino.

De allí hay carro para Huanta?
Hasta que de pronto se apareció un auto que decía nos podía llevar a un pueblo (al cual se dirigía) 2 horas adentro donde podíamos encontrar toda clase de movilidad para seguir a Huanta. Muy amablemente el chofer nos dejó en la plaza de Pampas, bien encargados con un pampino; “trátalos bien, son periodistas”. Preguntamos por la salida de buses, combis, etc, y ¡Oh sorpresa! no había en esta localidad otra forma de ir a Huanta más que con “servicio especial” a tan sólo 400 soles. Después de renegar, insultar y discutir, regresábamos a Huancayo sin pena ni gloria, con 4 horas de nuestras vidas menos y varios soles al aire. Si algo tuvo de rescatable el día es que nos ganamos una invitación a un almuerzo de una fiesta costumbrista en nuestro paso por Pucará, al cual asistimos para borrar el mal rato y echarle algo al estomago. Caía la noche y replanteando todo salíamos en bus a Huamanga.

Después de un viaje algo matado (un cambio de llanta y otro problemilla mecánico) nos recibía el amanecer huamanguino, y como par de mochileros esperabamos en la plaza de armas una hora propicia para empezar a hacer llamadas. Casa de una amiga, duchaso, un par de atunes y aunque llamaba la cama pues salimos en busca de la noticia, y de cobrar algunos pendientes que sino no avanzabamos. Al fin un día redondo; datos, imágenes, chismes A1, etc, el día se fue volando, Edu avanzaba para la tercera etapa con Álvaro Brandes mientras que yo hacía lo propio esa noche con el auxilio del cusqueño Arteaga. Nos vemos en Cusco causa!.

Eran las 8pm del martes, y seguro en Lima la vida cotidiana continuaba, pero en Caminos; los grifos a las salidas de Huamanga se llenaban de diferentes equipos de auxilios que se alistaban para enrumbar a los diferentes puntos antes de Cusco. Si bien ya muchos habían salido en la tarde pues personalmente fue emocionante ver 15 camionetas irrumpiendo la tranquila noche de sierra peruana, haciendo sentir sus motores en una fila de luces intermitentes que avanzaban a velocidad de expertos, realmente de película.

Uno a uno los auxilios se iban quedando en lugares estratégicos previamente coordinado con sus equipos. Cosa curiosa (por decirlo así) fue que a la mitad del trayecto hacia Andahuaylas unas piedras imposibles de pasar cortaron el camino y de pronto de la oscuridad salieron 4 tipos (hasta donde vi) pidiendo una colaboración. Mentiría si dijera que no nos asustamos un poco, éramos sólo 2 en la camioneta y estábamos al final de la caravana, y en medio de la nada, puesss. Ya estábamos pensando en mil formas como salir de allí cuando intentamos con botar monedas, cosa que felizmente funcionó. Si bien no eran atracadores pues no me hubiera gustado enterarme como iban a reaccionar si no se les daba el “peaje”. Y aunque ocurrió unas 3 veces más, lo peor de esto es que estas veces fueron chiquillos y en la última niños. Más allá de molestarte te deja pensando, estaría bien intentar respuestas para esto o mejor aún soluciones antes que castigos, lo dejamos allí.

No te duermas!
La espectacular luna llena hacía que no importe donde estabas, pero el avanzar cansa y a Sandro, chofer del auxilio y compañero de ruta le pasaba factura el sueño y yo no me quedaba atrás, así que se detuvo a descansar un rato y a los 5 minutos apareció una 4x4 de su equipo que regresó pensando que algo malo había pasado. “Es peligroso que manejes con sueño, se que quieres dormir, pero no podemos parar y menos te puedo dejar, soy responsable de que se cumpla lo pauteado y de dejarte en tu puesto, si o si ? así que descansa atrás que yo manejo,”. Palabras del jefe de equipo, y mis respectivos respetos por el trabajo que hace esta gente. Esto es Caminos.
Amanecer Andahuaylino, cambio de chofer y seguimos avanzando, mientras que Eduardo lleva ya 3 horas en Abancay poniendo al día el sueño. 8am y al fin llegamos a Belén, en Anta puesto del auxilio que me lleva, y a buscar caldo. En Abancay, Edu es testigo de cómo la gente del Mono devora todo lo que encuentra. 10am y siempre con Brandes, salen junto al equipo de Tito Pardo y Lucho Mendoza, algunos kilómetros de regreso para instalar la zona de auxilio, en medio de un compañerismo destacable, la competencia seguía.

El para muchos, día de competencia más difícil de Caminos sería además el más largo, la pista que por varios tramos estaba desastrosa cobraba varios abandonos y retrasos, se podía oir en las radios de frecuencia lo tenso de algunos momentos, mientras algunos peleaban por el taponeo (con accidente incluido), varios quedaban tirados, varios golpeados, varios rezagados pero en la lucha, lejos del pelotón de avanzada el tiempo entre auto y auto se volvía eterno, pero la gente del campo mantenía radio y posiciones para ver pasar a todos. Mis respetos para los tracción simple, que valientemente avanzaban, retrasados, chancados, con tierra hasta el cuello, pero sin dejar de arrancar aplausos por la muestra de entrega. La policía nos pidió esperar el coche cierre, lo cual a pesar de querer avanzar pues nos pareció correcto. Caía la noche y Eduardo llegaba ya al Cusco al igual que la mayoría de equipos y de frente a la conferencia. Un día de trabajo duro para todos, y la imperial recién aparecería ante mis ojos en la madrugada del Jueves. Cuando ya me estaba olvidando que era dormir en una cama, desperté a Edu en el hotel, y a recuperar sueño. Turismo al vuelo y a talleres, nos faltaba uno y a un taxista se le ocurrió pasearnos por medio Cusco en busca de este, nos llevó a 4 pero nunca al que queríamos. Se acercaba la noche y había que avanzar a Arequipa, esta vez habíamos decidido ir juntos en la misma camioneta, pero desgraciadamente el cusqueño Arteaga no podría arreglar su auto a tiempo con lo cual no sería de la partida para el viernes, por ende todo su equipo se quedaría en Cusco y nosotros de yapa. Caballero así es esto, agradeciendo la buena intención, nos preocupamos una vez más, todos ya habían salido hacia Arequipa, no había más que pasar la noche en Cusco y buscar avanzar al día siguiente. Cantaba el gallo y asustados armamos las mochilas y salimos volando por que nos quedamos dormidos, Sorry! Somos humanos!. Un taxi, una caminata y varias botellas de agua más nos instalaba a algunos kilómetros de San Jerónimo para la cuarta etapa. Cobertura terminada pero el cuerpo ya pedía descanso.

Y ahora, a donde?
Decidimos regresar a Cusco y analizar la situación. Se podía conseguir información de Arequipa, igual estaríamos sólo unas horas y viajar con la misma para adelantar y estar en la llegada en Lima. Mientras nos decidíamos, optamos por trabajar e invadir una cabina y reventar los celulares, recabando info. Mucho material y poco tiempo, los ojos se te cierran, y de pronto una llamada que nos ofrecía cupos para Lima a cambio de un “apoyo” en combustible en una 4x4, era la señal que esperábamos, así que cargamos mochilas, y a seguir, pero esta vez hacia Lima. Las cosas pasan por algo dicen, podíamos y queríamos pasar por Arequipa, pero hay ocasiones que hay que decidir que es lo mejor para nuestro trabajo. Satisfechos por lo hecho regresábamos magullados, pero felices. Era cerca ala media noche, adiós Cusco. Un par de paradas en el camino para que Julio cabecee un rato, viajaríamos casi todo el sábado y el ocaso limeño nos recibía. Ya en Lima no hay mucho que contar, ahora cada uno pasaría la noche pero en casa, pero el domingo nos encontraríamos para terminar lo que empezamos, terminar lo que a mi parecer y se que también el de Edu, fue un super esfuerzo.

Estos fue mas o menos lo que pasamos en esos 10 días que soñamos Caminos, que sufrimos Caminos, que vivimos Caminos. Sólo queda agradecer a quienes hicieron posible esta más que cobertura, una aventura:
Gracias a los amigos de Transportes Salazar, que nos movilizamos a Huancayo en un bus que parecía avión, muy bueno, lo recomendamos.
Gracias a nuestros amigos en Huancayo (la tropa acelera) quienes siempre nos apoyan, especialmente a Arturo Fonseca por la hospitalidad brindada.
Gracias a Ceci Cavero por su Hospitalidad en Huamanga.
Gracias a Germán y Herbert Arteaga, y a su gran equipo.
Gracias Álvaro Brandes por el apoyo.
Gracias a Kanagawa Corporation, a través de la persona de César Cataño, por apoyarnos siempre en nuestros proyectos y retarnos constantemente para mejorar.
Gracias a todos aquellos que de una u otra forma demuestran que este país es lo máximo, gracias por un pan, gracias por un vaso con agua, por las palabras de aliento, gracias por todo.
Gracias a nuestra familias que nos apoyan siempre.
Personalmente, gracias a Eduardo Limón, por su valioso aporte, por su profesionalismo, por vivir el automovilismo, y por su amistad, la hicimos bien Edu!. Todo lo que se siembra, se cosecha.
Y gracias a ustedes, que son el motivo de que sigamos en esto.